complicados: a veces la coherencia propia dirige nuestras acciones en sentido distinto a la cultura familiar, local, social en la que estamos inmersos y ello genera fricciones.
positivos: te vas a dormir con paz en las profundidades a pesar de los obstáculos que estés atravesando.
Mi tripa digiere los alimentos sin mi intervención consciente, por la noche me muevo, sueño y a veces hasta hablo sin intervención consciente, me puedo encontrar apretando fuertemente mis dientes incluso de día (bruxismo, se llama) lo cual implica una acción intensa y no estar enterándome, y por supuesto la maravilla de la respiración que puede ser consciente o inconsciente, según mi atención.
Pero también:
usamos tonos de voz y ‘coletillas’ cuando nos dirigimos a personas sin darnos cuenta,
vivimos en rutinas o caos diarios (ej: lugares obsesivamente inmaculados o terriblemente insalubres),
experimentamos un barullo mental que ocupa casi todo nuestro pensar
¿Por qué hacemos esas cosas?. En este caso, son motivos inconscientes porque algo en mí se ocupa de ello pero no soy yo conscientemente. Por ejemplo:
los programas biológicos en las células que se ocupan de la supervivencia,
la programación cultural o social en mi mente bajo la cual creo mis pensamientos,
o algunos de los arrebatos emocionales de mi plano alma que impulsan o accionan movimientos y pensamientos.
Motivos Conscientes, pero sin reflexión
Cuando me pongo los calcetines, me limpio los dientes, conduzco el trayecto al cole de mis retoños, digo buenos días o doy dos besos a alguien que me acaban de presentar estoy actuando por motivos conscientes pero no requieren ni que los actualice, ni que los piense. (nota: a veces sí lo requieren, pero sólo me doy cuenta cuando ya hay dolor, si es tu caso, avisa!)
Esos motivos la mayor parte de las veces están instalados en hábitos mentales y emocionales.
Hacemos también cosas como las siguientes:
usamos tonos de voz y ‘coletillas’ cuando nos dirigimos a personas con alguna intención.
nos auto criticamos durante días por algo que no hacemos o que sí hacemos y no conviene,
abrimos la red social de turno muchas más veces de lo que realmente justifica la actividad en ella.
Son motivos conscientes sin reflexión porque sí que sé que he decidido hacerlos y sí sé de algún modo porqué lo he decidido, pero son más impulsivos que reflexivos.
Si las acciones que hago tienen consecuencias incómodas o en contra de nuestra evolución, se pueden redireccionar pero habrá que pasar por, justamente, un tiempo de reflexión.
Conscientes con reflexión
Estoy actuando con motivos claros cuando analizo pros y contras ante una duda sobre qué acción tomar, cuando estudio, cuando preparo una clase, cuando organizo una fiesta, y montones más.
Sería imposible una vida digna si todo lo que hacemos tuviera que pasar por un proceso reflexivo consciente, pero es muy difícil una vida coherente sin hacer esos procesos.
Y, es imprescindible hacerlos cuando hay indicadores que los están pidiendo a voz en grito.
Esos indicadores estarán:
problemas serios o recurrentes en la salud física (y mental), y
baja valoración en el grado de autorealización y de satisfacción con tu vida actual
Lectura de las Consecuencias
Si las decisiones han sido poco o nada conscientes
Estaremos hablando en este caso de consecuencias por algo que he hecho y que vienen de:
un comportamiento automatizado
ignorancia total, no tengo idea de por qué lo he hecho
Podemos tener en general una gran clasificación de consecuencias: a) tipo amables, simpáticas, chulas, gozosas b) tipo incómodas, antipáticas, dolorosas
Nos ocupamos de las del tipo b) para tratar de hacer nuestra vida más gozosa pero a la vez más coherente.
Propondría este esquema:
Motivo de mi comportamiento
Clave
Camino de solución
Automatismo. Lo activé en el pasado y no lo cuestiono. (ej: usar una red social, como Instagram por decir algo)
Ver por qué no ayuda (ej: demasiado tiempo perdido ahí)
Reflexión Comprenderlo y actualizarlo o crear uno nuevo. (ej: la abrí para X pero ahora la uso para Y. ¿para qué la quiero realmente?)
Ignorancia. Actúo de una manera específica, pero no sé por qué. (ej: en general soy ‘malpensada’, siempre he sido así)
Hay disfunciones cotidianas (ej: demasiado a la defensiva. Me crea problemas y me pierdo cosas chulas)
Investigar en tu psique. (ej: con cualquier trabajo serio de crecimiento personal)
Si las decisiones han sido conscientes
Casi todas las personas reflexionamos. Al menos, si estás leyendo este artículo, seguro que sí lo haces. El punto es que aún así no está garantizado un éxito en nuestras decisiones/acciones. Sin embargo, sí será cierto, en general que hemos hecho lo mejor que hemos sabido.
Y eso, es valiosísimo.
Diremos que una decisión ha sido más o menos consciente cuando sé los motivos, o al menos algunos de ellos, cuando he reflexionado sobre los porqués, sobre los para qués, cuando he recogido información veraz, he comprendido lo que estaba pensando, o si no lo he comprendido sé eso y acepto los posibles efectos, etcétera.
En general, ante una acción tomada de esta forma ocurren consecuencias. Veamos algunas:
El dolor de asumir la responsabilidad
Hay decisiones difíciles (ej: ingresar a mi abuela en una residencia aunque no le hace mucha gracia) que llevan aparejadas un cierto grado de dolor. Hemos de entender que casi todo en la vida tiene su parte simpática y su parte antipática. Normalmente, si estamos en nuestro ‘sano juicio’ elegimos porque la parte simpática -seamos o no conscientes- (mi ser querido tendrá más facilidades o yo podré descansar algún rato, en el caso del ejemplo) compensa más que la antipática (echará de menos su casa o me dará pena alejarla de su casa).
Pero eso no quita el hecho de que la parte antipática duele, y dolor es dolor. Se le reconoce, se le da su lugar y se sigue adelante.
A veces, lo simpático y lo antipático no es consciente, pero de todos modos, elegimos así. Y muchas veces esto está detrás de disfunciones severas en nuestra salud. (ej. de posible comportamiento inconsciente: ‘como mucho porque así estoy gorda y soy menos atractiva, ergo, no me volveran a violar’. La parte simpática es la de estar a salvo que compensa lo antipático derivado de la obesidad)
La satisfacción de asumir la responsabilidad
Aquí es lo mismo que en el apartado anterior pero con más brillo y alegría. La decisión también genera satisfacciones y las reconocemos. La vida sigue, nada dura eternamente ni tampoco esta satisfacción, pero sí deja un poso de autoconfianza que es muy útil para sentirnos auto-realizadas en la vida.
Las posibilidades tras asumir la responsabilidad
Tomamos decisiones todos los días. Las hay que son muy relevantes, y en este caso difícilmente las tomaremos a lo loco, ¡o eso espero!
El hecho de tomar una decisión tiene consecuencias, obvio, pero no tenemos la garantía de cuáles vayan a ser. Tenemos unas expectativas generalmente y hay un cierto nivel de probabilidad de que ocurran. Aquí es donde está la clave de la frustración o decepción.
Si sólo me muevo en el ámbito de lo material inerte, y en situaciones normales, el nivel de probabilidad de que mi expectativa se cumpla se acerca al 100% (ejemplo: si enciendo el fuego y pongo algo encima, empezará a quemarse).
Ahora bien, en el ámbito de lo vivo esa probabilidad empieza a bajar. Cuantas más variables afecten a esa vida, más consecuencias distintas posibles. En el ejemplo anterior de ingresar a mi abuela en una residencia aunque a ella no le haga mucha gracias, entiendo que tras un trabajo bien hecho, las probabilidades de que ella esté a gusto tras un cierto tiempo son relativamente altas. Pero quizá no ocurra la expectativa y sería tan natural como que sí pasara.
Ahora bien, atención, recordemos que se puede corregir casi todo en esta vida, si?.
Los tramos de vida «fáciles»
Y sí, creo que a partir de una cierta edad tenemos claramente la experiencia de épocas complicadas, pero también de épocas amables, fáciles.
Pues esto es lo natural, por eso es tan valioso para vivir vidas con sentido y con coherencia aprender a no apegarnos a lo aparentemente agradable ni a aborrecer lo aparentemente desagradable.
Mi Conclusión
Ante las vicisitudes de la vida y las acciones que decido, la guía que mejor me ha servido hasta ahora (y que viene de mi profundización desde la mirada antroposófica) es tener en cuenta:
PENSAR – limpiar mi pensamiento para tener la mejor información posible
SENTIR esa información y sus implicaciones, y finalmente
Nota 1: Hace ya un tiempo creé un documento interactivo llamado ‘intro-brújula’ para apuntar maneras de reconocer mejor cada una de esas cualidades humanas. Si quieres la «intro-brújula», dime.
Nota 2: Soy muy fan de la libertad. Te comparto texto de uno de mis inspiradores en esta vida: Rudolf Steiner
Se sobreentiende que una acción cuyo autor no sabe por qué la realiza, no puede ser libre. ¿Pero qué relación tiene con aquélla, de cuyos motivos es consciente?. Esto nos conduce a la pregunta:¿cuál es el origen y el significado del pensar?. Pues, sin el reconocimiento de la actividad pensante del alma, no es posible formarse el concepto de algo y, por consiguiente, tampoco el de una acción.
Rudolf Steiner, La filosofía de la libertad
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